Tendemos a creer que no somos lo suficientemente buenos. Tendemos a pensar
que siempre va a haber alguien mejor, alguien más “perfecto”. Tendemos a
sumirnos en un vacío que creamos nosotros mismos. Sin embargo, todo eso se
encuentra en nuestra mente. Podemos ser todo lo que queramos y más.
La única
norma es no rendirse.
Veréis, no sé si será por todas las películas que he visto, por todos los
libros que he leído o por toda la música que he escuchado, pero nunca me he
sentido menos que algo. Sé quién soy y sé lo que quiero. Por esto mismo, sé
perfectamente que debo esforzarme por ser la mejor versión de mí misma y que
debo esforzarme para lograr mis objetivos.
Porque puedo lograrlo.
Podría dejarlo ahí, pero es que hay una parte ineludible que ha afectado
tremendamente a mi carácter: la gente que he conocido. Puede que me haya
llevado muchísimas decepciones a lo largo de los años, al igual que yo he
decepcionado, pero es que eso me ha formado como soy, como siempre debía ser.
Aunque, obviamente, también he conocido muchísimas personas que nada más verlas
llegar han dibujado una sonrisa de oreja a oreja en mi cara. ¿Y sabéis qué me
ha pasado? Que esa sonrisa ya no se va.
Por mucho que intenten borrarla.
Así que aquí estoy, sonriendo inevitablemente mientras los Beatles llenan
mis oídos de alegría, porque “here comes the sun”, aunque sea medianoche.
Porque el Sol siempre llega (y que no me venga ningún listillo diciendo que hay
sitios en los que no, que ya sabéis que no hablo del físico, malditos). No
podemos echarnos piedras a los bolsillos si lo que pretendemos es lanzarnos
desde una azotea. Deberíamos atarnos globos, ¡y de muchos colores! ¡Que se nos
vea bien desde el suelo! Porque la gente tiene que darse cuenta, que vivir en
un mundo oscuro es bonito, pero pasar la eternidad en él es amargo, demasiado
amargo.
Siempre hay que querer darle un bocado a las nubes.
En estos momentos de euforia (in)contenida, os invito a TODOS a buscaros un
buen Fuyur y a que busquéis vuestro propio País de las Maravillas, paseándoos
por todos los rincones del mundo antes de llegar, pues hay tantas experiencias
y tanta gente de la que aprender que en ningún momento debéis ir con prisa, así
que aprended de nuestro amigo Ulises.
Lanzaos a por lo que más deseéis. Merecerá la pena.
PD.: No, no he tomado ninguna droga. Dejadme con esta locura transitoria.