Sus ojos se entreabrieron en
mitad de la penumbra, intentando acostumbrarse a la oscuridad que la rodeaba.
Aunque ella no estaba tan segura de querer verlo todo.
Permaneció inmóvil en la cama
cuando descubrió que algo se encontraba entre sus brazos. Con el corazón acelerado
y el sudor frío, lo abrazó fuerte. Casi con la intención de asfixiarlo.
Sus pesadillas se habían vuelto
tangibles, visibles… reales.
Un demonio las había encarnado…
todas ellas.
Las lágrimas comenzaron a
recorrer su rostro mientras ese pequeño demonio clavaba sus garras en el pecho
de la chica. La sangre perfilaba su cuerpo, dibujando la escena de un crimen
sobre la cama.
Pero no podía soltarlo. ¿Qué
ocurriría si lo hiciera?
Las pesadillas de esta chica iban
desde lo más corriente… a lo más sangriento. Su infancia se basó en recurrentes
malos sueños donde toda su familia y amigos eran asesinados por… algo.
Y no
estaba dispuesta a comprobar si en realidad todo aquello eran premoniciones.
Continuó abrazándolo, evitando
que ese demonio escapara y sembrara más terror del que ella ya sentía. En su
mirada podía verse, a la par que el pánico, la curiosidad de cómo sería ese ser
extraño que encarnaba todos sus peores miedos.
Así que, mientras el demonio
seguía arrancándole la piel a tiras, poco a poco, un trozo por cada una de sus
pesadillas; ella decidió observarlo, sin soltarlo. Lo que encontró no le
sorprendió lo más mínimo.
Unos ojos rojos y una sonrisa de
satisfacción.
Justo en ese instante, cuando se
vio a sí misma reflejada en ese rostro, el demonio atravesó su garganta con esas
afiladas garras. El grito de la chica quedó ahogado por la sangre que comenzó a
brotar de su cuerpo, pero no contento con ello, el demonio le arrancó los ojos.
Esos ojos eran testigos de algo
que nunca deberían haber visto.
Ese demonio, tras asesinarla,
volvió a fundirse con ella, con su cuerpo. Justo ahí donde había hecho los
jirones en su piel, se adentró, llegando a su corazón. Pues no pudo escapar, ella
todavía lo estaba abrazando.
Durante su vida ella no fue capaz
de convivir con sus demonios.
Ahora lo intentaría en la muerte.