jueves, 16 de julio de 2015

Mi sitio.

Cuanto más observo a mi alrededor, más me percato de ello.
No pertenezco a tierra firme.
No soy capaz de permanecer estática.

Necesito ver mundo. Necesito viajar.

Mientras veo cómo las alas del avión van cortando por la mitad las nubes, mis pensamientos desvarían.
Una caravana. Sin rumbo. Con compañía. 

Un viaje hacia ninguna parte para reencontrarme conmigo misma.

Los pedazos de nube que pesan demasiado, caen sobre el océano, fundiéndose con la espuma de las olas. Es un espectáculo digno de ver, sobre todo a tantos km de altura.

No, definitivamente mis pies no están hechos para el suelo. Mi sitio no está ahí abajo.

Mi sitio está por encima de las nubes.

martes, 7 de julio de 2015

Puño y corazón.

De giros, saltos y tropiezos va todo esto. De un no saber el camino. De ir a ciegas rozando paredes con los nudillos.

Que parece arriesgado, sí. Pero qué satisfactorio. Nunca sabemos qué hacemos. Pero algo nos empuja a ello.

No parece sencillo. Tampoco queremos que lo sea. ¿De qué serviría que lo fuera? Caería en la rutina, en el aburrimiento.

Y nadie quiere eso.

Correr por las líneas de una mano. Sin esperar que cuando se llegue al final haya algo que impida el gran salto. Correr sin pensar que se puede cerrar en un puño.

Pero qué más dará, si así es como llevamos el corazón. Bien agarrado, pero a la vista de todos. Porque de nada sirve ocultarlo. Porque de nada sirve resguardarlo. Que lo dañen lo que quieran. 

Es tan fuerte como su dueña.