martes, 7 de julio de 2015

Puño y corazón.

De giros, saltos y tropiezos va todo esto. De un no saber el camino. De ir a ciegas rozando paredes con los nudillos.

Que parece arriesgado, sí. Pero qué satisfactorio. Nunca sabemos qué hacemos. Pero algo nos empuja a ello.

No parece sencillo. Tampoco queremos que lo sea. ¿De qué serviría que lo fuera? Caería en la rutina, en el aburrimiento.

Y nadie quiere eso.

Correr por las líneas de una mano. Sin esperar que cuando se llegue al final haya algo que impida el gran salto. Correr sin pensar que se puede cerrar en un puño.

Pero qué más dará, si así es como llevamos el corazón. Bien agarrado, pero a la vista de todos. Porque de nada sirve ocultarlo. Porque de nada sirve resguardarlo. Que lo dañen lo que quieran. 

Es tan fuerte como su dueña.

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