miércoles, 21 de diciembre de 2016

Noches circulares.

A veces me gustaría que, cuando la noche cae, yo cayese con ella. Adoraría caer junto al telón, quedarme detrás, a oscuras y en silencio sin necesitar nada. Solo esa tranquilidad.

Pero no. 
Ni mi mente ni mi cuerpo tienen los mismos planes que yo.

Así que aquí estoy, como tantas otras noches. Escuchando canciones en bucle a la par que mis pensamientos van reciclándose unos a otros.

Estas son noches circulares. 
No llevan a ningún sitio, pero desgastan durante el recorrido.

Son noches en las que no merece la pena pelear. 
Es mejor dejarse llevar y dejar que te maten.

Tal vez tenía razón de pequeña cuando no podía dormir y creía que la única solución era que me dejaran inconsciente.

Obviamente, antes que eso, prefiero convertirme en un autómata que deja que las palabras se apoderen de ella.

Pero las palabras siempre son incoherentes, inconexas. 
Solo sé eso.

Esta noche pensaré lo mismo una y otra vez. 
De mil maneras diferentes, pero siempre lo mismo.

Reutilizando la última palabra del pensamiento anterior para comenzar uno nuevo con menos sentido.

¿Lo peor? Cuando acabe la noche ni siquiera recordaré todo lo que ha cruzado por mi mente, aunque me despertaré con una conclusión. 

Ya veremos quién será capaz de explicarla.


Por ahora, descansad por mí y no os convirtáis en insomnes.