La vida
es un vaivén de emociones, de experiencias, de sueños y deseos. Quiero
acumularlo todo, empaquetarlo y marcharme.
Quiero
hacerme a la carretera, desaparecer del mapa, en el propio mapa. Recorrer el
mundo, viviendo a base de ilusiones, como siempre lo he hecho.
Pero ahora
quiero materializarlas.
Quiero
vivir mis ilusiones, mis esperanzas.
Tengo
tanta vitalidad, que bebería cada gota de los mares que me rodean, sorbiendo
hasta la última nube y aspirando cada grano de arena.
Caminaría
por la tierra como si del cielo se tratase.
Saltaría por el agua como si
pudiese andar sobre ella.
Escalaría montañas para en sus cimas coronar mi
libertad.*
Quiero
perderme para única y exclusivamente, encontrarme.
Una vez lo haya perdido todo
por el camino; mi ansiedad, mi estrés, mi desesperación, mi decepción, mi
desilusión; todo, y solo me quede la felicidad, podré sonreír como siempre lo
he ansiado.
Pero,
¿de qué me sirve la felicidad si no puedo compartirla? Así pues, quiero un
compañero, un amigo, un amante. Alguien. Alguien ha de acompañarme en este
viaje.
Y a ese
alguien puedo prometerle algo: la vida.
La vida tal y como no la conocemos. La
vida tal y como ha de vivirse.
*Aportación
de Julia Cañadas Palop
Espero que os haya gustado este pequeño aporte. Y recordad: nunca aparquéis vuestros sueños.
¡Hasta la próxima!
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