martes, 13 de octubre de 2015

Carta de añoranza.

Buenas noches, Oniria:

¿Sabes? Últimamente mi mente está continuamente distraída. Aunque te eche de menos, soy capaz de ignorar la tristeza de no verte y seguir sonriendo, tal y como siempre he hecho, sobre todo desde que te conocí por segunda vez.

Sin embargo, de vez en cuando mis labios preguntan por ti. En un suspiro me preguntan dónde están los tuyos para calmar el frío, que dónde están para darles abrigo, para evitar que se corten.

Pero no son sólo ellos. Mi piel también pregunta por ti. En un escalofrío, donde se eriza todo mi bello. Se cuestiona el motivo por el que tus manos no la están acariciando, tranquilizándola cuando, tal vez, tras una pesadilla, está muerta de miedo.

Mis ojos también me han hecho alguna que otra pregunta. En algunos pestañeos, entre alguna risa que les obligan a achinarse. No entienden por qué no hay unos ojos marrones observándolos, risueños por la manera que tienen de entrecerrarse.

Mi risa es otra que tal. Cada dos por tres se pregunta el porqué de la ausencia de una voz llena de ternura cuando estalla en mil carcajadas. Esa voz que tanto la tranquiliza y que hace que se sonroje como si fuera una niña pequeña a la que le han dicho lo guapa que está.

Mis manos también están inquietas por no sentir las tuyas. Me lo recuerdan cada vez que jugueteo con algo entre mis dedos y no son tus nudillos cuando vamos tomadas de la mano y me divierto apretándolos para que tú me sigas el juego.

Incluso mis pies están llenos de incertidumbre. No entienden por qué cuando tienen calor no hay unos pies fríos enredados entre ellos calmándolos, relajándolos para poder descansar después de un largo día de paseos.

Parece como si cada parte de mi cuerpo recordara el tuyo. Esperando el momento en el que pueda sentir cada parte de ti unido a él.

Entonces es cuando mi mente vuelve a recordarte. Y sí, es posible que me invada la tristeza. Pero también la alegría. Porque sé que podré volver a vivir todo ello muy pronto.

Y en ese momento es cuando vuelvo a sonreír. Porque recuerdo tu risa sonando al unísono con la mía mientras te hago cosquillas.

Te echo de menos, es cierto. Sobre todo cada noche. Pero esa es la señal perfecta, porque sé que no te puedo echar de más, porque sé que esperar tiene su recompensa. Porque sé que cuando nos volvamos a ver, será mejor que nunca.


Buenos días, Oniria. 

Espero que tu noche haya sido tan plácida como la mía tras soñar contigo. Con nosotras. Juntas de nuevo.

2 comentarios:

  1. Holi, soy Carlos y quiero seguirte, pero ya ni recuerdo cómo se hace! o.O

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Buenas, Carlos!
      Donde están los seguidores, pone "participar en este sitio". Clicka y sigue las instrucciones.

      ¡Gracias por leerme! :D

      Eliminar