miércoles, 22 de agosto de 2018

Cada noche.

Llego a casa, probablemente borracha. Me pongo el pijama, cojo un cigarro y voy al balcón.

Todas las noches lo mismo.

Mientras el humo se disipa entre la luz de las farolas, observo a mi alrededor. Aparece la misma chica.

Todas las noches lo mismo.

Camina segura de sí misma, pero sin evitar mirar a todas partes. Siempre acaba alzando la mirada y apartándola al instante al percatarse de que yo estoy ahí.

Todas las noches lo mismo.

Yo me quedo mirándola. Tratando de no incomodarla. Veo cómo saca las llaves rápidamente, no sin antes echar un vistazo hacia atrás.

Todas las noches lo mismo.

Abre la puerta y siento cómo respira aliviada, aunque no pueda escucharla.

Todas las noches lo mismo.

Y es que esa chica he sido yo en muchas ocasiones. Asustada por aquello que pudiera llegar.

Todas las noches lo mismo.

Ojalá algún día me asome al balcón y la vea llegar completamente despreocupada y abrir la puerta sabiendo que ya está en un lugar seguro.

Todas las noches lo mismo

Y ojalá cambie. Ojalá sea diferente.

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