martes, 16 de diciembre de 2014

La sensación.

Los latidos aumentando, la sangre rebotando y jugueteando tras sus ojos, un hormigueo subiendo desde los pies hasta las manos, los labios se tuercen en una extraña sonrisa y, de repente, un salto en la cama.

Despierta. Se encuentra despierta y tirada sobre su cama. Hasta hace un momento estaba durmiendo, pero no siente cansancio ni la necesidad de volverse a tumbar aunque todavía le quedan 4 horas por delante. ¿Qué habrá soñado? Ni siquiera ella lo sabe, pero la sensación ha permanecido tras el sueño y el olvido.

Éxtasis. Se encuentra en un estado de puro éxtasis. Quiere comerse el mundo, siente que puede con todo. Un pálpito, una corazonada o, tal vez, un susurro de alguien que le guía. Algo le indica que debe levantarse, vestirse e irse. Siente que tiene que desaparecer, que hacer lo que desea. No quiere arrepentirse, quiere que esa sonrisa, que esa sensación se mantenga.

Ningún laberinto sería capaz de hacer que se perdiese, pues ella camina mucho más alto que ningún muro que le pueda frenar la vista. Se encuentra corriendo por las calles pero su mente está mucho más allá, todavía permanece en el recuerdo de la sensación. Esa sensación. Se pregunta si alguien más habrá sido capaz de experimentarla. Tal vez fue la misma sensación que llevó a Colón a las Américas. Quizás sea la sensación previa a un gran descubrimiento. Puede que esta misma sensación llevó a Franklin a atar una llave en una cometa a la espera de ser alcanzado por un rayo. Quién sabe. Ella solo quiere disfrutarla, aprovecharla.

Corriendo. Sigue corriendo con rumbo a ninguna parte, se dirige a la estación de trenes. Ni ella misma sabe dónde acabará, solo conoce una verdad: tiene que hacer algo. Solo por una vez quiere que se le nuble la cabeza. Casi sin darse cuenta, acompañada por numerosas melodías que corretean por su mente, se encuentra tumbada frente al mar sobre unas rocas, escuchando cómo las olas rompen con furia y acarician su piel con una ternura jamás vista.

Amanece. Está viendo amanecer. El pálpito, el susurro, la corazonada. Eso era lo que le decían: tienes que ver algo nuevo, tienes que ver como un día surge de entre sus cenizas, tienes que dejarte llevar, perder el norte y renacer. Con la misma sonrisa con la que despertó, esta chica muestra una convicción: va a ser quien quiere ser, va a hacer lo que más desea, va a perder el miedo, va a lanzarse de cabeza y va a aceptar todos los pálpitos que se le presenten, por mucho que asusten o no parezcan lo apropiado.


¿Que por qué ha decidido eso? ¿No es obvio? ¿Cómo va a aprender a volar si teme al viento?

"Una corazonada es la creatividad tratando de decirte algo" - Frank Capra.

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